Al escuchar la primera lectura: “El canto del banquete”, Me doy cuenta de que cuando se trata de Dios, nuestra imaginación corre muy lenta.
Cuando se trata de los dones de Dios, la razón no siempre nos ayuda a comprender. Solamente la imaginación despega de lo que es real, de lo previsible, de lo posible. …Muy cerca del mundo de Dios.
Isaías no nos da una foto exacta del Banquete de Dios, más bien nos invita a sospechar algo inimaginable.
Una especie de invitación para atribuir a Dios los proyectos más increíbles… más allá de nuestra imaginación.
Y a veces me pregunto: ¿no será que Dios se desilusiona de nuestra incapacidad de imaginar las cosas maravillosas que él realiza en nosotros hoy, y que nos prepara para mañana?
Lo que nos lleva al paraíso no es el haber intentado evitar los sueños feos, sino el haber sido capaces de tener sueños imposibles.
El tema del banquete vuelve a aparecer en la parábola del evangelio.
Es una serie interrumpida de sorpresas.